Quién no ha visto alguna vez al conserje de su comunidad de vecinos con un manojo de llaves colgando o una riñonera llena de llaves y hemos pensado… ¡Madre mía! Todo el día con ese montón de metal a cuestas…
Y quién no ha estado con su conserje frente al cuarto de comunicaciones el día que vienen a instalarte la conexión a internet y, después de dos minutos de “a ver si es esta”, ha conseguido abrir la puerta. Seguro que hemos pensado: ¡Vaya pérdida de tiempo al cabo del día!